Mi cuerpo enfrentado
con mi alma se levanta
(Mal consuelo el que ayer tuvimos).
Represento escenas de cuartos vacíos
y miro, me miro en esa ventana:
Otros paisajes, patria amada,
encuentro.
El Cielo acompaña mi mente
en el largo viaje del olvido.
No sólo el Cielo, no sólo verde
el campo aglutina recuerdos
tras los cuales yo vivo.
Y en el reflejo, corazón,
encuentro o creo encontrar
al compañero de mi ser,
resbalando en el cristal
oscuro de mi alma.
Ahora, tal vez, joven trovador,
se muestra algo más frío
por las lágrimas caídas
en el suelo.
Como lluvia de Mayo
se dibujan.
Decoloran, inconformes,
otra suavidad, en otros tiempos.
Los papeles, inoportunos,
la citación del abogado,
el café, frío y amargo,
y las calles más bañadas
por esta lluvia de Mayo.
Reconforta y escuece,
levanta heridas del caído,
y se conforma con no verte.
Y tras la gente,
su exterior,
fachadas de tristeza,
queda vida...
Y más que penas, alegrías,
y por tí, fiel escudero,
me refugio, lloro y canto,
tras de tí, dulcísimo amante,
encuentro mi vida.
Tomas con dicha mi mano,
como lluvia de Mayo,
y me tocas, febril,
y te beso, y me pierdo,
en las sucias avenidas
del amor olvidado.
Como lluvia de Mayo
el agua en tí y en mí
es peregrina.